miércoles, 17 de septiembre de 2008

DEPORTES: Más allá del deporte


Hace casi 20 años, el 29 de septiembre de 1988, el Perú logró la más grande hazaña deportiva que un equipo nos haya dado. Hace casi 20 años, el Perú conoció lo que es estar unidos en un solo deseo, lo que es la emoción y el orgullo por nuestros colores y bandera. Hace casi 20 años, nuestro país sintió lo que debe sentir siempre: Lo grande que somos.
En las olimpiadas de Seúl 88, nuestro equipo de voley ganó la medalla de plata al caer, luchando, en un gran partido ante la Unión Soviética, y cerrar así una gran época de excelentes jugadoras, quienes a punta de talento, garra, pundonor y amor propio, dieron lo máximo por nuestro país.

El esfuerzo y el logro conseguido siempre estarán en nuestra memoria pero hay enseñanzas que rescatar de esta experiencia y no son cosa de recuerdo. Son cosas de actualidad.

Los valores que estas chicas nos demostraron y enseñaron son lo que tenemos que resaltar ahora y es lo que realmente debe perdurar: AMOR, ENTREGA, VALENTÍA, CORAJE, ESFUERZO, NO RENDIRSE.

Podrá pasar la medalla pero no pasará el gran ejemplo que este equipo nos dio. Estas cualidades no son sólo para lograr victorias deportivas sino que sirven para el diario vivir, para cualquier actividad que emprendamos y que deseemos terminar.

Vivir con entrega y amor, amor hacia el prójimo, hacia nosotros mismos y hacia lo que hagamos, cualquier cosa que sea, hará que hagamos las cosas bien, por nosotros y los demás, teniendo un gran sentido de respeto, solidaridad y generosidad.

La valentía, el coraje y el no rendirse, nos servirá para alcanzar nuestras metas y no flaquear ni detenernos ante la adversidad. Salir adelante y superar los problemas que se nos presenten no sería posible sin estos valores.

Por todo esto, es hora de que veamos este acontecimiento no sólo desde la óptica deportiva sino que hay que reconocer su verdadero aporte a nuestra vida, el cual va más allá de las canchas, y aplaudirlo, asimilarlo, imitarlo y transmitirlo.

La lección enseñada por el equipo de voley de Perú de 1988 es más valiosa que cualquier medalla de oro olímpica.